lunes, 26 de octubre de 2020

Santi Zubieta, el último de los primeros


En todos los órdenes de la vida, llegar el primero supone cierto grado de mérito. Pilar de la actividad deportiva que se basa en la competición, el primero, el descubridor, el que abre camino o el que ha superado a todos en la carrera, casi siempre es el dueño del éxito. Pero entre todos los pioneros, el mejor es aquél que contempla la llegada de todos, comparte su alegría y se mantiene el último en marchar para recoger y apagar las luces.

Santi Zubieta Redondo, uno de los jugadores del Racing que participó en la naciente Liga de la Primera División (1928-29), nació en la localidad vizcaína de Galdácano. Tras jugar en el equipo de su pueblo, Santi llegó a Santander en 1927, con 18 años. El Racing, dirigido por Patrick O’Connell, tenía entonces por delante una etapa que resultaría decisiva en su devenir histórico, ya que los clubes estaban discutiendo la creación de la Liga que multiplicaría la celebración de partidos ante la demanda del profesionalismo, recién permitido en España.

La calidad de Santi por la banda derecha le proporcionaría un puesto en el equipo de manera indiscutible, debutando en partido oficial con la camiseta racinguista el 11 de septiembre de 1927, con victoria por cinco a cero ante el Eclipse F. C., en el campeonato regional, y marcando además el primer tanto. En esa misma temporada intervendría en la Copa del Rey y en los partidos de la inconclusa Liga Máxima, siendo después uno de los hombres claves de la fase de clasificación para que el Racing formara parte de los diez equipos que pondrían en marcha la Primera División.

El inicio de la Liga

El 12 de febrero de 1929 fue uno de los once históricos jugadores que debutaron en el campeonato liguero de la máxima categoría, con derrota en los Campos de Sport contra el que sería primer campeón, el F. C. Barcelona (0-2). O’Connell alinearía aquella tarde a Raba, Santiuste, Rufino Gacituaga, Torón, Baragaño, Larrinoa, Santi, Loredo, Óscar, Gómez-Acebo y Amós de la Torriente


En 1931, Santi fue uno de los integrantes que lograron el subcampeonato de Liga y que jugaría el Torneo de la Exposición Colonial de París. Su último partido como racinguista se disputó el 14 de enero de 1934 en el estadio Buenavista de Oviedo. Luego fichó por el Valencia C. F. (1934-36) y con la guerra civil, jugó en el Aviación de Zaragoza, equipo que con el Atlhetic de Madrid formaría el Club Atlético Aviación, donde tuvo como compañeros a los cántabros que serían internacionales, Germán y Aparicio. Tras acabar la guerra, marchó a Cartagena, donde colgó las botas en 1940. Santi, vinculado laboralmente con el cuerpo de Aviación, compaginó su trabajo en el Ministerio del Aire con el de entrenador de las secciones inferiores del Atlético de Madrid y del Real Madrid.


Homenaje

El 20 de enero de 1974, antes del encuentro liguero entre el Racing y el Barcelona, recibió, junto a otros compañeros, un diploma conmemorativo del primer partido liguero de la historia, diploma que siempre mantuvo expuesto en la habitación de su domicilio en Madrid, donde residió desde principios de los años cuarenta. Su hermano menor, Ángel, también fue jugador profesional, destacando en el legendario equipo de San Lorenzo de Almagro de los años cuarenta y cincuenta. Los hermanos Zubieta tienen en su haber circunstancias especiales de la historia de la Liga. Ángel es uno de los jugadores más jóvenes en debutar con la selección nacional absoluta y el que más tiempo dejó transcurrir entre su debut en la Liga española y su último partido, después de veinte años, dos meses y seis días. Por su parte, Santi fue el último superviviente de los menos de 200 jugadores que participaron en la primera Liga. Meses después de recibir la insignia de oro del Racing, fallecería en Madrid en septiembre de 2007, a punto de cumplir los 94 años.

En todos los órdenes de la vida, llegar el primero supone cierto grado de mérito. Pero entre los primeros, el mejor es aquél que contempla la llegada de todos, comparte su alegría y se mantiene el último en marchar para recoger y apagar las luces, como Santi Zubieta, leyenda racinguista de la primera Liga española.

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