Dicen que nadie muere si se pronuncia su nombre, como si se evocara el alma con el exacto orden de las letras y surgiera, como la vida misma, la esencia más profunda del lenguaje. El nombre de Vicente Calderón, para muchos simplemente el nombre mil veces repetido de un estadio de fútbol, ha comenzado a diluirse con la puesta en marcha del nuevo estadio del Atlético de Madrid, pero como decía Saramago en su ‘Ensayo sobre la ceguera’, “dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos”.
El hombre
Sí, es cierto. Vicente Calderón Pérez-Cavada es algo más que el nombre de un estadio. Nació en Torrelavega (Cantabria) el 27 de mayo de 1913. Sus padres, Raimundo y Benita, tuvieron seis hijos, de los que Vicente fue el menor. Estudió en Santander, en el colegio Salesianos, donde guardaría un entrañable recuerdo, aunque el padre don Rómulo a veces solía castigarle con la pena que más le dolía, quedarse sin jugar al fútbol. Jugaba de delantero centro en el colegio y su equipo favorito era el Racing. Una de las anécdotas que contaría a su amigo y periodista, Juan Hernández Petit, fue cuando acudió a los Campos de Sport, con la elegancia de los domingos de la época, para ver un partido del Racing contra el Athletic Club de Bilbao, y un inesperado chaparrón le encogió el traje recién estrenado, siendo centro de las burlas de varios amigos.
A los 15 años dejó el colegio y tuvo que ponerse a trabajar para ayudar económicamente a su familia. Fue botones y repartidor de una droguería y de una sastrería en Santander, y con parte del dinero que ganaba, pagaba a un profesor que le daba clases por la noche. Intentó abrirse camino acudiendo a Madrid, a casa de su tía Josefa, aunque pronto regresaría a Santander. Poco después, cuando tenía veinte años, morirían sus padres. Durante la guerra civil se casó con María de los Ángeles Suárez, con la que se instalaría en Madrid y con la que tendría cuatro hijos: Vicente, María de los Ángeles, Paloma y Yolanda.
Su primer negocio
Su primer negocio fue una pequeña fábrica de velas y cola de pegar, y como escaseaban los elementos grasos, tuvo que importar velas desde Canarias. Sus contactos en el archipiélago le derivaron a África. Más tarde sus negocios prosperarían y se diversificarían, llegando a presidir varios consejos de administración de construcciones inmobiliarias, industrias químicas, barcos de pesca, industrias del frío y exportación de zumos de frutas.
En Madrid comenzó a vivir cerca del estadio del Metropolitano y continuó manteniendo su afición al fútbol, llegando a ser socio de varios clubes, entre ellos del Real Madrid y del Atlético de Madrid. Fue la cercanía del Metropolitano y la presencia de varios jugadores cántabros en el club rojiblanco, como Germán, Aparicio o Manín, lo que inclinaría su apego hacia este equipo, aunque decidió aceptar el compromiso como dirigente tras la muerte de su esposa, ocurrida en 1963, en parte para olvidar el dolor de su ausencia.
El Atlético de Madrid y su nuevo campo
Entonces el Atlético de Madrid tenía como objetivo la construcción de un nuevo campo junto al Manzanares cuyas obras comenzaron en 1959, pero el proyecto estuvo a punto de hundirse en 1961, cuando el ayuntamiento ordenó paralizar las obras. En 1964, Vicente Calderón accedería a la presidencia del Atlético de Madrid apoyado por Manuel Olalde y un grupo de directivos. Su incorporación fue decisiva para desbloquear las múltiples trabas que impedían la construcción del estadio que se inauguró el 2 de octubre de 1966. En 1971, la Asamblea General del club, como reconocimiento a la labor de su presidente, decidió bautizarlo como ‘Vicente Calderón’, y tras completar una remodelación, se reinauguró en 1972 con un partido de la selección española contra la de Uruguay. Dimitió de su cargo el 16 de junio de 1980, entrando el club en una fase complicada, con la polémica presidencia del doctor Alfonso Cabeza y tres presidentes provisionales, hasta que regresó en 1982, manteniéndose en la presidencia del club hasta su muerte, el 24 de marzo de 1987.
El presidente más importante
Calderón ha sido el presidente más importante del Atlético de Madrid. En sus 21 años al frente del mismo consiguió cuatro Ligas, cuatro Copas y una Copa Intercontinental tras ser subcampeón de Europa. Además, aumentó en más de 50.000 el número de socios, impulsó las secciones deportivas de la entidad y proporcionó prestigio y categoría al equipo en todo el mundo.
El esqueleto sin gente que ya es el ‘Vicente Calderón’ desaparecerá pronto para convertirse en otro edificio. Algunos aficionados insisten en que el expresidente dé nombre a la estación de metro de Pirámide, cerca del estadio, de la misma manera que la de Lima se cambió por la de Bernabéu. Ojalá que así sea, porque nadie muere si se pronuncia su nombre, como si se evocara el alma con el exacto orden de las letras y surgiera, como la vida misma, la esencia más profunda de este cántabro que dio nombre a un estadio.